Tuvimos la satisfacción de celebrar en nuestro monasterio las bodas de oro de los padres de Yoli, la cofrade tan querida, que Dios quiso llamar y nos dejó hace unos años.
Es gratificante ver el amor de los esposos que dura que sale adelante, que prospera, que forma una familia unida que se quiere, y todo ello envuelto en el amor a Dios.
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