Vocación


Ven, dejáte llamar por el Maestro, El está aquí y te llama. El quiere tomar tu vida y unirla a la suya. Dejáte atraer por El. No mires ya tus heridas mira las suyas. No mires lo que te separa aún de El y de los demás, mira la distancia infinita que ha abolido tomando tu carne, subiendo a la cruz que le prepararon los hombres y dejándose llevar a la muerte para mostrar su amor. En estas heridas te toma, en estas heridas te esconde. No rechaces su amor. (Benedicto XVI)


Proclamamos:

Dichosos los que viven en tu casa alabandote siempre.

Cantad al Señor bendecid su nombre, porque es muy digno de alabanza.

Pero yo siempre estaré contigo, me guías según tus planes y me llevas a un destino glorioso

Para mí lo bueno es estar junto a Tí.

Día tras día te bendeciré y alabaré tu nombre.

Contemplad al Señor y quedaréis radiantes.



¿Quiénes somos?

Creemos en el Cister como camino monástico y contemplativo y cómo don de Dios a su Iglesia.

La vida contemplativa, es vida de búsqueda y encuentro, que une con el Padre, redunda en su gloria y en la salvación de los hombres.

Creemos en el Amor, somos peregrinos del Absoluto y espejos que reflejan el rostro de Dios.

 

Nuestra Vida




La principal cosa que Dios nos exige es que el contemplativo, no quiera más que lo que Dios quiera, que El sea su única ocupación, su único deseo, su único amor, que esté lleno del espiritu de Dios, y que todos los actos de su vida estén dirigidos exclusivamente hacie El, hacia su mayor gloria, y en su nombre.

Como se ve, la ocupación es bien sencilla, no necesita grandes estudios ni preocupaciones, no hacen falta condiciones excepcionales, ni tampoco hace falta violentarse ni destrozarse para nada; basta solamente una cosa "el amar a Dios sobre todas las cosas"; y eso ¡es tan agradable!, ¡es tan dulce!, que se puede decir que nuestra ocupación en la tierra es la más agradable de todas las ocupaciones, es la más divina, la más útil, si se me permite emplear esta palabra.

¿Qué hacemos? Pues una cosa bien sencilla: amar a Dios, y dejarse amar por El , nada más que eso.  (San Rafael, trapense)


La  Orden


Nuestra orden es:

 humildad,

pobreza voluntaria,

 obediencia, paz

 gozo en el Espiritu Santo.

Nuestra Orden es

amar el silencio.

Ejercitarse en:

  los ayunos

las vigilias

la oración

 el trabajo manual.

Y, sobre todo, mantenerse en

en el camino más excelso:

EL AMOR

Progresar en todo esto de día en día, y perseverar así hasta el final de la vida

 (San Bernardo) 


 


 

TESTIMONIO   VOCACIONAL

Soy sor María Luisa,  quiero comunicarte porque estoy en mi monasterio de San Joaquín y Santa Ana de Valladolid, porqué elegí la vida contemplativa: Porque tal vez te interesa saber o te guste lo que te diga a continuación

Dios me atrajo a su amor, a su contemplación, al deseo de Él. Pensar que mi vida podía estar ocupada de continuo por El, que no tendría obligaciones que restasen tiempo o impidieran el estar con Él.

 Fuí feliz de encontrarme con Él. Era una niña de 12 años que se preparaba para la confirmación. De padres y abuelos católicos, tenía una tía monja de clausura y en mi casa y en la de mis abuelos se rezaba a diario el rosario.

Por recomendación acudí a misa durante tres días por la tarde, eran misas de diario.

Yo, entré gente mayor, estaba inquieta, nerviosa, tímida, quizá fuera mi primera misa sin mis padres. Estuve atenta, recuerdo todavía la primera homilía la que tocó o impresionó mi alma de manera especial, venía a decir que Dios era nuestro amigo, y cómo tal gustaba que le tratásemos.

Salí de misa relajada, con paz, armonía, la calle, la temperatura, mis pisadas, todo me transmitía, una sensación especial de bienestar.

Llegué a mi casa decidida hacerme amiga de Jesús, no pude imaginar lo que me pasó inmediatamente, una impresión de gracia, de presencia de amor, de sentirme amada, conmovió mi interior. Fue algo nuevo en mi interior que jamás hubiese imaginado se pudiera experimentar, lloraba de alegría. Sí, había conocido a Dios, me sentía amada por El, y tenía la certeza de su existencia, mi fe ya no dependía de otros. Podía hablar con Dios y relacionarme con El con naturalidad, como con un amigo.

Dios me atraía especialmente en la lectura, le buscaba en la oración. En mi exterior quizá nada cambiase ni se notase, mi carácter seguía siendo muy tímido e inseguro.

Le pregunté a Dios que quería de mí, y al no tener más referencia que mi tía monja, sentí un escalofrío, no quería ser infiel a Dios pero deseché la idea pues me asustaba.

Quería demostrar a Dios que le quería y seguía rezando, leía a diario la Biblia, tres capítulos, a Santa Teresa, las florecillas de san Francisco, el Kempis, etc.

Santa Teresa me impresiono, me encantaba o enganchaba, fue leyéndola creo recordar que decidí dedicarme por completo a Dios. A partir de entonces la idea de ser monja, estar con Dios continuamente y de manera íntima, fue para mí una satisfacción.

No ha sido un camino de rosas, no han faltado dificultades, obstáculos, pero siempre he querido serle fiel, ser su amiga, a pesar de no siempre sentirle cercano y a mi lado

Y ya llevó 27 años con alegrías, pruebas, y tristezas, con oscuridad, sigo buscando a Dios y deseando conocerle más y mejor.

Sor María Luisa de Antonio Peña

Monasterio de San Joaquín y Santa Ana de Valladolid.

Plaza de Santa Ana 4

47001 Valladolid                  

 

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